SEMBLANZA

Ser maestro es ser guía y orientador de mentes y espíritus, es aquel que conoce a sus estudiantes: sus virtudes y defectos, los felicita en sus aciertos o los apoya en sus dificultades para que puedan superarse, siempre les muestra una mirada optimista ante la vida, sus palabras están llenas de enseñanzas, es aquel que educa con su ejemplo de vida… es el buen pastor. Es la imagen de tu existencia querido maestro David, ante todos los que tuvimos la dicha de conocerte. Siempre dispuesto a ayudar a aquel que te necesitaba; respetuoso y amable al dirigirte a los demás, eras muy conocido por tu caballerosidad y sutileza en el trato. Maestro, que iniciaba todas sus clases con una oración, quien se interesaba porque cada una de sus estudiantes aprendan con todos los ejemplos necesarios, a cada reto académico le daba como solución una lección de vida. Tutor que acompañó a sus estudiantes año tras año, hasta verlas graduarse, con la tristeza de despedirlas, pero la alegría de verlas iniciar una nueva etapa. Grandes dones y talentos también te caracterizaban: el baile, el canto, la actuación, maestro de ceremonias… entre tantos otros, siempre los demostraste con el entusiasmo y convicción que complementaba tu interpretación. Comprometido con todas las funciones que tuviste que desempeñar, con un alto sentido de la responsabilidad y dedicación. Siempre tan cercano a Dios, con toda seguridad ahora te encuentras ante su presencia. Él debe estar muy agradecido por la labor que realizaste con todos aquellos a quienes encontraste en tu camino, a quienes considerabas tus hermanos; en ti la fraternidad y solidaridad se hacían vida. Hasta siempre maestro David… Siempre te recordaremos y vivirás en nuestros corazones.
Prof. Sara De la Cruz

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